sábado, 1 de febrero de 2020

Jimó - Capítulo 0

Capítulo 0

 
Relato de Marrow, Piedra del Alma, un par de días luego del incidente en Damoa:

“Esa noche, no, más bien dicho desde esa tarde, tenía el presentimiento de que algo andaba mal. Nos encontrábamos en una colina con Frank a unas horas de la aldea, cuando todavía el sol se encontraba en lo alto. No les contamos a los chicos sobre el lugar al que íbamos, en parte porque no sabían lo que nosotros sí, en parte porque se cumplía el aniversario de la muerte de Arud, lo que era algo muy difícil de superar para ellos, en especial para Dazu. En fin, les mentimos para lo que los habíamos estado preparando desde pequeños con su propio consentimiento. Claro que también era para lo que nosotros mismos nos habíamos preparado y ellos a su vez nos habían ayudado.
 Fue una desgracia también lo que le sucedió a Idorodi, el muy testarudo no nos hizo caso, y eso le costó la vida. Pronto tendremos que decirles la verdad a los chicos, deben pensar que se ha ido a investigar algo, en lo que no estarían muy equivocados, pero sin embargo Frank estaba en lo correcto cuando dijo que seguramente nos pasaría algo si nos mostrábamos frente a frente con nuestros actuales “yo”. Debido a esto, decidimos al menos, taparnos los rostros de alguna forma, y esperamos algún tipo de señal, algo que nos dijera que los bandidos se encontraban en la aldea. Esperábamos quizá, ver a los bandidos en las cercanías de la aldea, con intensión de detenerlos, y frustrar sus planes antes de siquiera poder arrebatar una sola vida en la aldea, por lo que nos escondimos cerca de la aldea y esperamos en la serenidad de la noche.
 Esperamos, y esperamos, la noche parecía interminable y nuestros “invitados” no aparecían. Frank hizo ademán de que nos acercáramos, que quizá conocían algún tipo de pasaje secreto que nosotros no, pero en cuanto quise negarle escuchamos un grito proveniente de una de las casas más cercanas. Llegué a pensar que Frank tenía razón y decidimos entrar en acción. Nos acercamos a la casa, recordaba a esa mujer, había enviudado hace un tiempo ya, y su cuerpo yacía completamente helado, tendido en el suelo. Frank también la recordaba, exclamó que habíamos llegado tarde mientras una lágrima caía por su mejilla, y corrió en dirección a su antigua casa dejándome solo. Comprendí que debía hacer lo mismo, tragarme el orgullo de intentar salvar a todos, y valorar la oportunidad de salvar al menos a mi propia familia.
 Y corrí, como si nunca lo hubiese hecho tan rápido, como pude, y observaba a mi alrededor, lo mismo que observé aquella noche, el silencio que había en las calles, imaginé a los niños correteando de un lugar a otro, quienes no se encontraban allí. El olor de las cocinas no existía, solo ese pútrido olor a cenizas mezclado con muerte, ¿Cuándo había sucedido todo?
 Llegué a mi antiguo hogar, no lo hice a tiempo. Mi esposa y mi hijo recién nacido se encontraban muertos. Sufrí sus muertes 2 veces, pero no tardé en recordad que quizá el asesino todavía se encontraba en la casa, por lo que decidí buscar lo más rápido posible, estaba desesperado. Fui a la cocina, luego a la habitación que ocupábamos con mi esposa, pero nada, solo silencio y de repente un ruido en la sala principal. Era yo, Marrow, observando aterrorizado por la situación, sin entender lo que sucedía. Sentí una presencia, algo se acercaba hacia mí, mi yo actual, por lo que me tiré encima cubriéndome. El cuervo había aparecido y me había rasguñado fuertemente el ojo izquierdo haciendo que casi me descubriera, aunque no fue así. Comprendí lo que estaba sucediendo y sabía que ese animal ya no me lastimaría, no al menos a mi yo actual si yo lo hería paralizándolo de alguna forma, por lo que saqué esa vieja daga que llevaba conmigo y se la lancé acertando con mi objetivo mientras me echaba a correr.
 Corría y trataba de tragar saliva, pero un nudo en la garganta me lo impedía. Saí de la aldea y llegando a la colina donde solíamos entrenar, me encontré a Frank, se encontraba llorando, sentado sobre la piedra en la que solía descansar Dazu”.

Relato de Frank, cierto lugar en las afueras de Piedra del Alma, un par de días luego del incidente en Damoa:

 Esa tarde sentía que Marrow no estaba del todo concentrado. Le dije que no se preocupara, que llevábamos un buen tiempo planeando todo, y eso era verdad. Aunque tengo que admitir que a pesar de que le había avisado Ha ido que no se expusiera demasiado, quedé con mucha culpa dado que mi teoría era correcta. Lo traté de detener, pero hizo caso omiso. Agregado a esto, había otros factores que nos influían, como el aniversario de la muerte de Arud, por lo que no era el mejor momento, pero no había otra opción. Lo relajante era que, al terminar la noche, ya no habría nada más porqué luchar, sería el momento para el cual nos habíamos estado preparando desde hace tanto tiempo, en otras palabras, seríamos libres.
 Y así llegó la noche, esperando escondidos en las cercanías de la aldea, la misma en la que habíamos crecido y entrenado hace un tiempo ya, y a la cual nunca habíamos regresado, la nostalgia se apoderaba de mí.
 Esperamos esa noche, en un lugar cercano a la aldea, un lugar donde podíamos observar todas las entradas a ella, no se nos podía escapar un detalle. Pero el tiempo pasaba y la situación ameritaba que nada sucedería. Alegué que quizá los bandidos conocían una entrada sereta, pero en cuanto Marrow quiso negarlo, un grito se halló desde una de las casas que estaban más próximas a nosotros. Nos miramos y comenzamos a correr. Encontramos a una anciana muerta y no pude contener las lágrimas al pensar que todo podría haber sido en vano. Corrí sin decir nada en dirección a mi antiguo hogar, un destello llamó mi atención en dirección a la casa de los ancianos mientras corría llorando, pero no me detuvo. Llegué a mi casa, estaba cerrada, pero pude escuchar la voz de mis padres, me estaban enviando a esconderme, recordé ese momento como si hubiera pasado hace un par de días. Mis padres me habían pedido que me escondiera en la cocina, debajo del lavamanos en el que cabía perfectamente, tenía una puerta, por lo que no me verían fácilmente. También me habían pedido que no salera, no hablara y que me tapara los oídos. No entendía en ese momento lo que me decían, era pequeño y me lo dieron a entender como un juego. Que iluso, querían salvar mi vida. Traté de tirar la puerta abajo, cosa que con mi fuerza no alcanzó, decidí prenderla fuego. Lo primero que vi fue el rostro de mi madre, quedé paralizado unos segundos, hasta que reaccioné al darme cuenta de que se acercaba con una sartén, al lado de mi padre con una tabla de madera. Esquivé a los 2, abanicaron muy cerca de mí. Me quité las telas que me tapaban el rostro, lo único que hacía en ese instante era llorar, estaba paralizado. Mi madre se dio cuenta de esto y comprendió, se dio cuenta de quién era, o al menos eso le debió haber parecido, ya que detuvo a mi padre. Soltaron lo que llevaban y me acerqué a ellos abrazándolos y cerrando los ojos. Me devolvieron el abrazo, en 14 años no había sentido algo así, no desde esa misma noche.
 ¿Cómo algo tan cálido puede desaparecer tan rápido? Ese placentero y cálido abrazo perdió sus cualidades en un instante. Abrí los ojos, mis padres estaban muertos, y lo único que había en el ambiente que cambiaba la atmósfera se centraba en un objeto. Una pluma negra caía lentamente delante de mis ojos. Durante el abrazo, había sentido un pinchado un pinchazo en la espalda, pero el confort había mis pensamientos, pero solo hasta el frío.
 Ya no sabía que pensar, y no sé qué fue lo que me llevó a agarrar esa pluma. Ya no sabía qué hacer, comencé a correr nuevamente, recordando que Marrow se encontraba también cerca, y quizá quien sabe, en una situación similar.
 Pero eso no fue todo, corrí con los ojos cerrados a la colina, donde sabíamos entrenar, pensando que lo peor había pasado. Una angustia terrible me consumió. Recuerdos, o algo así como un último mensaje se hizo presente en mi cabeza, algún tipo de hechizo, mejor dicho, último hechizo, había usado el muy bastardo, y por esa razón no lo habíamos encontrado, al menos, siquiera, muerto.

 “En ese preciso momento recordé, lo que me había pasado en aquel momento pensé, era una simple pesadilla, aquel mal sueño que se había repetido más de una noche, todo había ocurrido en verdad, todo en ese preciso instante en el que me vi a mi mismo desintegrarme y fundirme en el paisaje que recorría la aldea la tarde antes del incidente” – Idorodi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Cuentame que te pareció!