-
Esto es extraño, se me hace que este árbol hacía más sombra…
-
¿De qué estás hablando Franki?
-
Nada, no le des importancia…
-
Está bien, ahí viene Marrow ¿Y bien?
-
Aquí tienen –dijo entregándole el diario a Ido.
-
No entiendo… -dijo al echar un vistazo rápido- ¿estás seguro de que es de hoy?
-
¿A qué te refieres? El mercader lo acababa de recibir, lo vi con mis propios
ojos.
-
¿Tú qué opinas Franki?
-
A ver… Tiene que haber un error…
-
De todas formas, se hace tarde chicos, salgamos antes de que se haga de noche,
al menos podremos avanzar un buen tramo.
-
Mmm… Sí, me parece bien…
-
¡Córranse, dejen pasar, están obstruyendo el paso!
-
¿Ehh…? Disculpen.
Una caravana que pasaba por la entrada de la
ciudad en dirección al desierto irrumpió la concentración de los 3. Llevaban
suficientes materiales y herramientas para construir un par de casas,
alimentos, mercancías para comercializar con otra región, o quizá solo una
expedición para descubrir nuevas tierras. Entre otras cosas un grupo de
carretas con las más extrañas formas y colores llamativos que habían visto en
sus vidas.
Marrow a medida que pasaban miró por arriba,
tratando de encontrar a quien se encontrara a cargo de tal expedición, o al
menos a alguien que pudiera decirles algo a cerca de dicha caravana.
-
No lo pienses mucho Marrow, cualquier persona te va a poder responder.
-
Tienes razón Ido, veo a quien frenar, pero un par ya me desviaron la mirada.
-
Señor, señor, ¿hacia dónde se dirigen?
Para cuando quisieron darse cuenta, Franki ya
estaba tirando de las ropas de un hombre joven que por alguna razón se le hacía
familiar. Llevaba traje y caminaba al lado de su animal, que al parecer cargaba
con la mayoría de sus pertenencias.
-
¿Ehh? ¿Pero qué tenemos aquí?
-
Disculpe señor, el niño es un poco impulsivo.
-
No pasa nada –dijo sacándose el sombrero que llevaba puesto y saludando a modo
de reverencia- los niños nos entregan las sonrisas más sinceras, no hay porqué
regañarlos tanto por simplicidades como esas –dirigiéndose con una sonrisa a
Ido quien le había pegado levemente en la cabeza- En respuesta a lo que
preguntó el niño, nos dirigimos al oeste, no estoy muy seguro de a dónde, pero
nos han comentado que una especie de paraje deberíamos de encontrar antes de
llegar a las otras regiones.
-
Vamos hacia el mismo lado, ¿habrá algún problema si los acompañamos? No
conocemos muy bien el camino y no nos vendría mal algo de compañía.
-
No veo por qué no, debería hablarlo con mi jefe… No se preocupen, si los vé no
tendrá problema, y si alguien les pregunta díganle que Mortis los invitó.
-
Mortis… Su nombre me suena conocido…
-
No lo pienses mucho Franki, el señor nos está invitando.
-
Por cierto, se supone que estaremos unos cuantos días cuando lleguemos a ese
tal paraje, están invitados también a ver el espectáculo cuando quieran.
-
¿Espectáculo…? Está bien, lo que usted diga…
-
Y, por cierto, no se acerquen al león de Marcus ¿Quién sabe cómo controlará esa
cosa? Ya me estoy atrazando, nos vemos en el camino, o en unos días ¿Quién
sabe?
En lo que Mortis se incorporó a la fila,
dejándolos atrás en pocos segundos.
-
¿Alguien sabe de lo que estaba hablando?
-
Definitivamente no, pero tenemos que apurarnos o pronto llegará el final de la
caravana y nos dejaran atrás.
Acoplados a la muchedumbre, y caminando sin
mucho que decir, se adentraron al desierto. Para sorpresa de todos, en ningún
momento les preguntaron siquiera por el nombre. Al ser tantas personas, es lo
menos que importaba. Muchas familias componían la caravana, de las cuales de vez
en cuando algunos niños se acercaban para jugar con Franki, aunque este no
parecía querer alejarse de sus amigos por mucho tiempo. Marrow e Ido hablaban
con personas que caminaban cerca, pero todo lo que les decían les generaba más
confusión cada vez que lo hacían con una nueva. Nadie sabía nada acerca de
Jimó, aunque sí de Gracia. Gracias a la compañía, el viaje pasó más rápido de
lo que pensaban. Los magos trataron de ser lo más discretos posible, en
especial el niño.
Finalmente llegaron al paraje tan mencionado,
el cual no era nada más y nada menos que Piedra del Alma. En todo su esplendor,
nunca habían extrañado tanto un lugar como esa vez. El pequeño incidente que
los había desviado de su ubicación por unos días, tenía un tinte por el cual
parecía que habían pasado años. Solo restaba buscar a Sarim y Dazu, y así
ponerse al día.
La ciudad se notaba demasiado concurrida, como
nunca antes la habían visto. Mercaderes con puestos pequeños inundaban las
calles entorpeciendo en parte el paso a los transeúntes y a su vez la visión.
-
¿Desde cuándo hay tantos comerciantes en las calles?
-
Debe ser una especie de festival, los mercaderes saben aprovechar estas
oportunidades –respondió el guerrero al pelirrojo- Aprovechemos y compremos
víveres, ya casi no nos quedan.
-
Perfecto, aprovechemos todo este tumulto de gente para que los guardias no nos
reconozcan,
-
Bien pensado… Esperen, creo que me falta algo…
La risa de unos niños que corrían cerca de
ellos les llamó la atención.
-
Marrow, creo que esos niños se están burlando de ti…
-
¡Síguelos Franki! ¡Tienen nuestro dinero, no dejen que se escapen! – Dijo
Marrow al darse cuenta de lo que le faltaba.
El niño levitó a gran velocidad casi sin
despegarse del suelo, tratando de alcanzar a dos niños y una niña de prácticamente
su edad, que corrían con una bolsa de monedas que le habían arrebatado al
guerrero. Los tres se separaron, al igual que sus perseguidores. Pero al
perderse entre la multitud, complicaron aún más la situación. Franki, quien
perseguía a un niño de pelo azul, chochó fuertemente con Ido, al momento que el
niño le pasó la bolsa a la niña de pelo castaño. Ambos tardaron en levantarse,
pero no en alcanzarlos sin que los vieran.
-
Menos mal que no hay tantos guardias, y los pocos que hay ni nos reconocen-
Pensó Marrow mientras perseguía al tercer niño.
No tardaron en pasar ni 5 minutos cuando, en
un callejón, los tres niños se encontraron.
-
¡Nos salió muy bien! ¡Esos idiotas chocaron entre sí! ¡Deberían haber visto sus
caras!
-
¿Nuestras caras? –los niños se sorprendieron al ver que sus perseguidores los
habían encontrado- Deberían ver las suyas en este momento… -Dijo Franki
frenándose al momento de darse cuenta que las caras de los niños y la niña les
resultaban demasiado familiar- ¿Dazu…? ¿Sarím…? ¿Arud…?
-
¡No te conocemos! Y si es así ¡No te debemos nada! –gritó a la defensiva el
niño de pelo azul.
-
¿Cómo sabe nuestros nombres? –dijo la niña con un tono de preocupación cada vez
mayor.
-
Franki, no estarás hablando en serio, déjate de juegos.
-
Espera Ido, realmente se parecen mucho a los chicos, aunque realmente no sé
quién es la niña ¿De dónde la conoces Franki?
-
No lo recuerdo exactamente…
-
Oye niño, si no te debemos nada no nos molestes, no te conocemos, el dinero de
esos tipos es nuestro ahora ¡así que lárgense! –Dijo el aparentemente mayor de
ellos.
-
Así que realmente te llamas Sarím… Puede que sea coincidencia… -Solo pensó un
momento- Está bien, solo regrésame la mitad.
Marrow había comprendido la situación en que
se encontraban esos niños.
-
¿Y si no lo hago?
Franki comenzó a levitar y a levantar piedras
para intimidarlos. No pasó ni 2 segundos en que la niña corrió a quitarle la
bolsa de monedas a su compañero para devolvérsela al colorado, mientras el
pequeño Dazu, parecía más asombrado que aterrorizado por lo que estaba viendo.
-
¡No nos hagas daño! Por favor ¡Aquí está todo su dinero! –gritó la niña con
lágrimas en los ojos.
Ido le arrojó las monedas a Marrow, y este
sacó unas cuantas de la bolsa.
-
Aquí tienen, 8 monedas de oro para cada uno, no las malgaste… Y traten de
buscar algún trabajo, no le roben a las…
-
¡Tú eres uno de ellos!¡Eres uno de los que pelean en el coliseo! –interrumpió a
Marrow el pequeño peli azul que había quedado anonadado.
-
¿Eh…?
-
¡Cállate Dazu! ¡Lo vas a hacer enojar!
-
¿De qué estás hablando? –Franki no terminaba de comprender.
-
¡Los señores que pelean con esos muñecos encantados!¡Tú eres un mago!
-
¿De qué hablas? Al coliseo lo cerraron hace 10 años… -Franki calló.
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