Capítulo 3
Unos
momentos más tarde…
-
Otra vez Franki salió corriendo… Tendríamos que soltarlo algún día, dejar de
buscarlo y que se pierda…
-
Es solo un niño Ido… Pero creo que entiendo sus razones…
-
No creerás que esos niños son… 10 años… El coliseo… Tanto movimiento de gente…
Dazu nos comentó… Pero esto no puede ser posible… -Comenzaba a dudar
-
Son demasiadas coincidencias juntas… Y si es así, entonces ¿cómo?
-
Me pregunto lo mismo…
-
Bueno por el momento busquemos a Franki, o al parecer a Dazu… Salió corriendo
detrás de él…
-
¿Me pareció a mí o el Dazu que conocemos tiene el pelo más…?
-
¿Grisáceo?
-
Sí…
-
Pensé que era solo mi imaginación…
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad
Franki corría en dirección a la piedra que había conocido un par de años atrás,
cuando de repente se llevó por delante a un hombre joven de edad, el cual
terminó en el suelo.
-
Niño ¡Fíjate por donde vas!
-
¡Lo siento!
-
Cálmate Víctor, tú también venías distraído –le regañó su mujer, quien tenía un
bebé entre brazos- Disculpa a mi marido… ¿Cómo te llamas?
-
Frank… -Franki se sorprendió al levantarse y ver el rostro de la bella dama que
tenía en frente- Mamá… Papá… -pensó para sus adentros, luego observó al niño
que llevaba entre brazos.
-
¡No corras niño! ¡Espérame! –el pequeño Dazu había alcanzado a Franki gracias
al inconveniente.
Franki se levantó, y echó a correr nuevamente.
-
Frank… -Dijo la mujer mientras su marido se levantaba- ¿No te parece un lindo
nombre para nuestro hijo?
-
No me parece mal… -le contestó quejumbroso.
Unas
cuadras más adelante…
-
Esto no puede ser –pensaba Franki mientras corría- Todo esto es un sueño, más
que un sueño ¡Una pesadilla! ¡Tengo que despertar!
-
¡Espérame niño!
-
¿Eh…? –el niño miró hacia atrás y se percató de que lo seguían.
-
Eres rápido –dijo tratando de recobrar el aliento.
-
¿En verdad eres Dazu?
-
¿Y quién más se supone que tendría que ser?
-
¡Golpéame! ¡Pellízcame!
-
¿Qué? ¿Estás loco?
-
Tal vez ¡Solo hazlo!
-
Bueno, pero más vale que no me la devuelvas.
-
¡Auch!
-
Tú lo pediste
-
Aun así, no despierto –murmuró el niño.
-
Estás lúcido, ¿cómo quieres abrir los ojos si ya los tienes abiertos?
Jajajajaja
-
¡Dazu! Por fin te encontramos, ¡Sarim, está por aquí! –gritó la niña llamando a
su amigo.
-
Este niño es demasiado raro, encima ¡ya es mago! Todos los que conozco son
grandes.
-
Tengo 12… ¿Ustedes cuantos años tienen? –preguntó como si pensara en algo más.
-
Sarím es el mayor… No sabemos exactamente, pero creo que tenemos la misma edad.
-
¿Cómo es que no saben?
-
Vivimos juntos desde que tengo memoria.
-
¿No tienen familia?
-
¿Familia…? Nosotros somos nuestra familia –contestó con una sonrisa en el
rostro- Vivimos en la calle con Sarim desde pequeños, a Arud la encontramos en
una cesta hace mucho tiempo… No la íbamos a dejar sola…
-
Uhh…
-
¡Pero somos felices! ¿No es así Arud?
-
¡Claro que sí!
-
¡Chicos! –gritó Sarím- por fin los encontramos… Dazu, sabes que corres más
rápido que nosotros, no te aproveches de eso… Por cierto, me estaban siguiendo
esos dos denuevo… Por suerte los…
-
¿Nos perdiste?
-
Sí, los perdí… Oh… -Marrow e Ido se encontraban detrás de ellos.
-
Franki, no corras de esa manera. Si entendimos igual que tú, no tiene sentido
correr… Ya no…
-
Marrow, mis padres ¿vivían en Damoa?
-
¿A qué te refieres? Claro que vivían allí.
-
¿Desde cuándo?
-
Bueno, tu tenías 3 años cuando llegaron, pero nunca sentí curiosidad por
preguntarles de donde eran… Yo era muy joven aún…
-
Los acabo de cruzar… Yo estaba en sus brazos… En los de mi madre… -la amargura
y melancolía nunca había estado tan presente en la cara de Franki.
-
Ohh…
Los niños no entendieron nada, pero al ver la
situación no dijeron una palabra más.
El grupo caminaba junto por las bulliciosas
calles de la concurrida y renovada Piedra del Alma, los vendedores trataban de
llamar la atención de los niños que ahora los acompañaban y de un Franki
totalmente salido de lugar, descolocado en sus propios pensamientos. No era el
único. Marrow e Ido no sabían qué pensar. Nadie entendía lo sucedido. El
cansancio que llevaban por el camino recorrido se hacía presente, y para los
magos en especial, luego de despertar tirados en el medio del desierto.
-
El monolito –pensó estrepitosamente Ido dando un sobresalto.
Los niños los siguieron sin entender que
estaba ocurriendo realmente en ese momento, y a los tres no les parecía
importar que ellos los siguieran.
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