sábado, 21 de marzo de 2020

Gracia - Parte 1.3


Capítulo 3: El primero de muchos fantasmas

Era un día como cualquier otro.  Me disponía a limpiar los vasos, debo admitir que todavía no adquiría la costumbre de la limpieza y eso que llevaba ya alrededor de 2 meses en el lugar. No tenía muchos visitantes, un poco obvio para una aislada taberna dispuesta en la entrada, y también salida de un desierto, pero a mi gusto me entretenía bastante. No más de 3 personas ocupaban las habitaciones que tenía y por lo general solo era para pasar la noche. Como la zona era desértica y la taberna lo suficientemente fresca, pasaban los días dentro del local donde servíamos tragos y comida. No había mucho para hacer. Me ayudaba Clara, la viuda del anterior dueño de la taberna. Ella me había vendido la taberna con la condición de que trabajase ahí. A pesar de su basta edad, tenía mucha energía y según ella "no es algo que debiera ser desperdiciada". Clara no creía que le quedase mucho tiempo de vida, su marido había partido hace ya un par de años, y su muerte había dejado en ella un vacío inimaginable. Acepté entonces, y la plata que le entregué, fue mandada a un lugar que no sabía que existía, en la nueva región vecina Jimó. Por lo tanto, se quedó a vivir en la taberna trabajando en la administración de la misma y ayudando en todo lo que podía. Contábamos con un total de 7 habitaciones de las cuales 2 ocupábamos nosotros, y en cuanto al local principal, teníamos algunas mesas y la barra en la que las personas solitarias se sentían a gusto para tomar un trago y contar sobre su viaje y qué lo traía al lugar, o a veces simplemente de su vida.

Fue el caso de cierta persona que yo hacía muerta hace un tiempo, la forma en la que había desaparecido, Mortiz Tenaflez, había sido por demás ortodoxa. No lo reconocí en el momento en el que pasó por la puerta esa noche, llevaba un traje algo desecho que cubría su torso y sus piernas, algo raro para el clima del lugar a pesar de que las noches eran frías. Una camisa blanca polvorienta por el viaje, zapatos arruinados, un sombrero deshecho y lo que más me llamó la atención, una especie de palo de madera con forma de sorbete entre los labios, algo que nunca antes había visto. Sus pelos estaban algo desteñidos, cosa que confundí en primer lugar con la iluminación del candelabro pensando que alguna tormenta de arena le había azotado.

Había un par de personas sentadas en las mesas, pero hacían caso omiso sobre lo que sucedía a su alrededor. Se acercó a la barra, lugar donde me encontraba y moviendo una de las banquetas con los pies, la acomodó y se sentó. Luego de suspirar, acomodó el palo que traía en la boca y se dispuso a hablar.

-Me quedaré un par de días, ¿Tienen alguna habitación?
-Por supuesto, aguarde un momento y le facilitaremos una habitación, ¡Clara! –grité- ¡prepara la habitación 5!
- ¿Tiene algo para beber? Algo fuerte de ser posible.
-Enseguida.

Una persona formal, recta, seria, rara vez tenía un cliente así.
El traje abierto hablaba por sí solo, sus mangas estaban vacías y no mostraba sus manos. Cuando le pasé el trago, pidió cortésmente que le acercara el vaso lo máximo posible. Claro está que en el momento no me di cuenta, aunque me pareció raro, me di vuelta y seguí repasando los vasos que tenía en el lugar. Solo sentí el chocar de la madera con el vidrio, y comencé una típica plática para romper el hielo.

-Su rostro se me hace familiar, aunque no recuerdo que haya pasado por aquí.
-Es probable que usted me reconozca, yo sí lo recuerdo a usted. Podría decir que tengo muy buena memoria, pero no lo tome a mal, no quiero asustarlo.
-Un nombre ayudaría un poco, ¿no lo cree? Aunque debería dar el mío primero por respeto jaja.
-No se preocupe señor Larson. Pierce, ¿No es así?
-Parece que me conoce, lo leyó en algún lado supongo.
-En el periódico, hace mucho tiempo. Pero, le pido por favor, no se incomode. Usted hacía su trabajo, y sé muy bien que a mi compañero no le gustaba mucho lo que usted hacía.
- ¿Es posible? ¿Usted era parte del circo?
-Dejemos las formalidades. Puedes decirme Mortis… Siempre me molestó esa parte de “Señor Tenaflez”.
-Pero era usted un gran pilar de esa comunidad, ¿por qué no lo llamarían así las personas?
-Jaja – rió por la nariz el señor Tenaflez- Eso es lo que quiso Drat que todos creyeran.
-Disculpe mi ignorancia, pero no entiendo –Quedé perplejo ante esta revelación. En caso de que realmente fuese Mortis quien se encontraba sentado frente a mí, podría terminar de entender lo que realmente sucedió, y nunca pude saber respecto a una de mis más grandes investigaciones para la Gaceta de Horno Dorado. Tengo que confesar también, que me encontraba un poco tenso frente a su presencia y a la situación de oro que tenía frente a mi persona.
-Mi amigo, quédese tranquilo. Sé muy bien que usted quiso investigar el circo hace 10 años. Sea o no para difamarnos, cosa que pensaba nuestro compañero, o simplemente por curiosidad, que creo es lo que correcto luego de ver los ojos que puso después de saber quién era… Los mismos que tenía hace 10 años cuando entrevistaba a varios de los trabajadores del circo. Son los ojos de una persona que necesita respuestas, las mismas que tiene un niño lleno de curiosidad… Los mismos que tenía mi… Amigo… -sentí como su voz se apagó un poco luego de decir esto, realmente parecía la pérdida de una persona muy allegada, como si cierta persona hubiese muerto y con eso, parte de él mismo. Sus ojos representaban una fuerte melancolía, ¿debido al alcohol del trago? Quizá. Más bien atribuida al pasado diría yo – ¿Sabe?, él era un genio innato y su curiosidad era como la de un niño también. Y eso, creo yo, fue lo que lo llevó a la perdición…
-Tiene razón, aunque dejé eso en el pasado, no le niego que, hasta el día de hoy, tenga curiosidad sobre lo qué pasó. La pregunta es, si está dispuesto a contarme.
-Jajaja – soltó un risa burlona- Si no quisiera, ni siquiera me hubiese presentado por quién soy… Supongo que será un regalo del destino para usted, que yo haya viajado unos cuantos días y haya decidido quedarme justo en esta taberna… Mis hijas vendrán en unos días, tiempo suficiente creo yo, para que le cuente mi historia, perdón, nuestra historia. Al menos será un poco más amena mi estadía en este lugar mientras las espero, sin antes pedirle por favor, que rellene nuevamente mi vaso antes de comenzar.

Siguiendo sus órdenes, y sin quitar de lado de vista el tener que alcanzarle nuevamente el vaso lo más cerca posible, me dispuse a escuchar el relato de aquel señor, Mortis Tenaflez, quien gracias al manifiesto comprendí, a través de lo que recordaba, y sus acciones y peticiones, sus mangas vacías también contaban, o mejor dicho afirmaban, el relato que había escuchado de parte de uno de sus antiguos empleados. Sus manos, aun sus brazos, habían sido víctimas hace un buen tiempo, del mismísimo Drat Val. Solo quedaba escuchar, y atar los cabos sueltos de esta historia, para muchos y en especial para mí, inconclusa.
Comenzó su relato.

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