Capítulo 14
La primera mitad del regreso no
presentó ninguna dificultad, como nada los apuraba se lo tomaron con calma.
Dazu corregía a sus discípulos en cada pequeño detalle que veía, mientras Sarim
y Marrow ganaban resistencia volviendo en partes del camino y desviándose en
otras para que su trayectoria se dificulte. El clima de esa región era, por lo
general, árido y caluroso, pero por alguna extraña razón una leve brisa del sur
recorría los páramos haciendo más agradable el viaje.
Cierto día, a mitad del camino, una extraña
llovizna, tangible y fría al tacto, comenzó a caer haciendo aún más frío el
lugar y cubriendo finalmente todo el paisaje de color blanco. No se demoraron
en construir un refugio en cuanto notaron el cambio climático y se resguardaron
por día y medio, recobrando fuerzas para llegar a la aldea cinco días después.
Al volver la montaña ya no se encontraba, los
aprendices del guerrero habían visto un buen entrenamiento en dejar el lugar
como estaba antes, dado que la cosecha, y posterior siembra habría sido llevada
a cabo antes de que nevara.
No era la única novedad, puesto que el anciano
estaba preparándose para dejar la aldea, y en un comunicado, el día en que se
encontraban todos en la aldea, expuso sus explicaciones.
-Los conozco a todos desde hace
mucho tiempo, pero me temo que no puedo seguir viviendo en este lugar. Como
todos saben en ese día al igual que ustedes, yo también perdí personas muy
allegadas, y, además, soy el único que queda de los sabios…
-Por lo que tiene miedo
–interrumpió el mago.
-… -el anciano agachó la cabeza y
asintió –Así es… Temo por mi vida. Si esos bandidos se llevaron la vida de mis
compañeros, dudo que me hayan dejado con vida por alguna razón…
-Te recuerdo que todos han sido
instruidos y entrenaron lo suficiente como para defender a toda la aldea-
Interrumpió, esta vez, Sarim.
- ¡Éramos siete! –El sabio impacientado subió
el tono – ¡No fueron unos bandidos cualquiera! ¡Lo admito, yo me escondí al
igual que todos, y de no ser por el mismo cuervo que salvó a Marrow hoy no
contaría la historia!
Todos callaron unos minutos el mago
amagó a decir algo, pero finalmente imitó al resto.
-Entonces… ¿Tienes un lugar al cual
ir…? –Preguntó uno de los campesinos.
-Sí, no hace falta que sepan dónde,
será mejor para todos.
Dichas estas palabras y con el sol todavía en
el cielo, el anciano se dirigió a su casa y luego, antes de que llegara el
ocaso, se despidió y caminó en dirección al norte.
- ¿Quién administrará la aldea
ahora?
-No te preocupes por eso Franki, tú
te puedes hacer cargo ¿No? –dijo Sarim dirigiéndose a Dazu.
-Uhh… Está bien…
-Te daremos una mano entre todos
–afirmó un campesino.
El día estaba terminando y con el mal sabor
que había dejado la partida en más de uno, no quedó tiempo para festejar el
regreso y la reunión de todos los aldeanos. Finalmente, la casa vacía quedó en
manos del mago y el guerrero, quienes después de comer con unos aprendices del
guerrero y darles un par de explicaciones para una nueva rutina de
entrenamiento, se retiraron a dormir.
-No recuerdo la última vez que
tuvimos un lugar al cual decirle casa…
-No recuerdo la última vez que te
pusiste melancólico Dazu.
-…
-Lo siento… Pensé que solo hablabas
de un hogar…
-Lo hacía… Gracias por hacerme
recordarla Sarim –Contestó un poco molesto.
-… -Tras un momento de silencio
retomó- Tienes razón… Ya es tarde, mañana vas a tener que ver los papeles que
dejó el anciano.
-Está bien… Ya que lo mencionas…
-Dijo con la voz apagada.
-Eh?
-Nada, buenas noches.
-Lo mismo.
La mañana de Dazu comenzó en un escritorio con
una montaña de papeles y el pequeño Franki, esta vez, haciendo de ayudante
donde la magia no estaba prohibida. Ido fue quien se encargó de los iniciados
restantes, mientras que los aprendices del guerrero seguían las instrucciones
que les habían sido dadas. Como Sarim había previsto, Marrow cayó en un cuadro
de fiebre y agotamiento importante debido al sobre esfuerzo y cada tanto lo
visitó sin dejar de supervisar el entrenamiento de los demás. Por las tardes
todos ayudaban en los campos siempre que fuera necesario, mientras que Dazu se
encargaba del papelerío e investigación para ver cómo ayudar en las siembras,
cosechas y demás, hasta que Ido terminó de enseñar todo lo aprendido.
Había pasado de eso semana y media cuando en
pleno entrenamiento, Sarim se ausentó por un momento y no fue cuidadoso para
ocultarlo, aunque solo hayan sido 15 minutos. Luego de que un par lo hayan
visto en compañía de un extraño de vestimentas oscuras y gastadas, quien
parecía ser una especie de nómada, no se paró de correr la voz entre todos.
Empezaron a sospechar, la tensión comenzó a elevarse al punto de exigir una
explicación al guerrero
-Chicos, de haberlo querido no
hubiera dejado que nos vean. Es una persona de confianza que me está ayudando a
rastrear a los bandidos… Si desconfían de mí no los cul…
-Yo te creo –interrumpió Marrow –
¿de qué te serviría mentirnos después de habernos entrenado?
-… -Sarim calló mientras veía como
los demás hablaban por lo bajo.
- ¿Y bien? ¿Qué te dijo? –Preguntó
con ansias el aprendiz.
-No mucho –Respondió con disgusto
–Lo único que les puedo decir es que entrenen más… Al parecer ni yo, ni
siquiera Dazu les puede hacer frente… Por el momento les pido que confíen en
mí.
Un largo silencio se hizo presente,
las caras de amargura y disgusto no faltaron, aunque la desconfianza había
desaparecido. La solución al momento fue el incentivo de uno de los aprendices
al decir que menos iban a poder hacer si se quedaban mirando, y desde ese
momento, Sarim se entrenó al igual que todos en vez de solo supervisar.
Los meses pasaron y magos y guerreros
entrenaban juntos. Dazu, además de la tarea que le había sido encomendada,
investigó por su parte formas alternativas para ganar más fuerza y poder en
menor tiempo, llegando a viajar varias veces a Piedra del Alma en compañía
siempre de los que se habían hecho sus fieles compañeros, Franki, Ido y Marrow,
además de Sarim claro está. Estos últimos dos siempre recolectando información
de algún que otro hecho trágico como el que había sucedido en la aldea, siempre
en vano.
Fue en uno de estos últimos viajes cuando a Ido
se le ocurrió la idea de subir sobre una piedra e intentar hacerla levitar.
Luego de decirle a sus compañeros y de un par de intentos fallidos logró
hacerlo. Dazu lo miró, se sentó en otra y cerrando los ojos, tras unos segundos
de concentración levitó sin problema alguno, abriendo luego los ojos y
felicitando con una sonrisa a su discípulo por la gran idea.
-Vamos Franki, inténtalo, no habré
podido a la primero, ¡pero seguro lo harás bien! –Dijo Ido emocionado.
Franki observó el espectáculo y tras pensarlo
un momento, hizo levitar una pequeña piedra delante de él. Tras esto, saltó
sobre ella, y un instante después, quedó tendido en el suelo.
-Vas a tener que practicar jajaja
–Se burló su maestro.
-Creo que puedo hacer algo mejor
–dijo enojado, y haciendo levitar la piedra la lanzó lejos.
-Tranquilízate jaja Ido no pudo
hacerlo a la primera.
-Dije que podría hacer algo mejor.
–refutó.
Dazu quedó con cara de incomprensión, mientras
que veía que su discípulo solo cerraba los ojos y sentándose en el suelo, se
disponía a meditar.
- ¿Qué estás pensando…?
La cara de sorpresa de todos se hizo presente,
hasta en los guerreros que volvían de hacer una inspección del camino más
adelante, al ver como el pequeño se elevaba a unos cuantos centímetros del
suelo en la misma posición y con los ojos cerrados.
- ¡Franki! – gritó el mago, cuando
luego de abrir los ojos, y perder la concentración, cayó nuevamente al suelo.
-Auh – se quejó - ¿Por qué hiciste
eso?
- ¿Estabas concentrado? ¿Cómo
pudiste hacer eso? – Dazu estaba muy sorprendido.
-Pues de la misma forma en que hice
levitar las demás cosas… -Dijo agachando la cabeza tras levantarse.
-… -El mago no sabía que decirle
–Si lo intentas hacer de nuevo, no te lo prohibiré, pero hay que estudiarlo a
fondo. Puede que sea peligroso…
Tras regañar al niño, el mago les explicó, al
lado de una fogata, la situación a todos en un tono más calmo. La diferencia entre
hacer levitar objetos inanimados y seres vivos, esta última no había sido
estudiada a fondo salvo para la meditación, en levitaciones de muy poca medida,
y en cierto caso consumiría una buena parte del poder de la persona que lo
hiciera, agotándolo bastante. En cambio, la primera, según Dazu, estaba
comprobada para estimular y hacer crecer, aunque sea un poco, el poder mágico.
-Solo quería volar…
-Está bien –Dijo de mala gana –Pero
limita tu poder, no sabemos qué te puede pasar.
La cara de Franki cambió completamente
dibujándose una gran sonrisa en su rostro.
Eventualmente hizo caso a su maestro, mientras
que éste último y su compañero se limitaron a viajar sobre piedras sin tratar
de imitar al niño hasta que quedara claro si era seguro o no.
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