Capítulo 16
Revisando las
ganancias de la última cosecha se encontraba Dazu, mientras su pequeño
ayudante, y a su vez aprendiz, intentaba leer viejas noticias de diarios que se
encontraban apilados en una habitación de la ex, y vieja casa del anciano que
había abandonado la aldea. Siempre que era posible, el maestro corregía a
Franki haciéndole notar su error, y a su vez lo reprochaba, ya que, al no tener
vista directa del niño, cada vez que se levantaba, cierta persona se encontraba
levitando a pocos centímetros del suelo conservando su posición de cuclillas.
- Diario de
Horno Dado
-Dorado
-corrigió Dazu.
- ¿Y cómo lo
sabes? -reprochó.
-Porque muchas
veces leí artículos del diario de ese lugar, sigue leyendo y pregunta menos...
¿Dónde estaba...? Ahh si... y todo esto... Perfecto es una buena noticia para
todos, podremos comprar mejores víveres el próximo viaje... ¡No te escucho
leer!
- ¡Se ha
apagado una gran voz...! -comenzó y paró.
El niño apareció flotando, un poco molesto, a
través del vano de la habitación donde se encontraba el mago con un diario en
mano y sin sacar la vista del pedazo de papel.
-Hmp... ¿Qué
sucede ahora Franki?
- ¿Cómo se
pronuncia esto? Es muy difícil.
- ¿Interrumpo
algo? - dijo Ido al entrar en la casa.
-Está bien
Franki, luego lo vemos, ya leíste mucho por hoy.
-... está
bien.
-Se supone que
tenías que venir a leer con Franki temprano.
- Ehh...
jeje... respecto a eso... los demás quieren aprender nuevas técnicas...
- Te pasé por
diez artículos hoy jajaja
Ido agachó la cabeza.
-Está bien,
pero de todas formas mañana ven temprano, ahora iremos con los demás y antes de
que se ponga el sol podremos dar las buenas noticias a todos.
La noticia anunciada alegró a más de uno, y a
otros por el trabajo bien hecho, dado que hace tiempo no se sentían orgullosos
por ese motivo. La facilidad del trabajo gracias a la magia se había notado, y
los guerreros ya no lo veían con un trabajo tedioso, sino como un
entrenamiento, en el cual cada uno trataba de hacer un tiempo récord por cierta
medida de terreno.
Esa misma noche, Dazu, mientras organizaba los
diarios que tenía para ejercitar a sus discípulos en el arte del buen leer,
encontró el artículo que tanta dificultad había llevado a Franki a molestarse,
descubriendo para sí una gran sorpresa.
"Diario
de Horno Dorado:
¡Se ha apagado
una gran vos! Drat Val, uno de los dueños del gran Circo ValTe acaba de
anunciar, a través de una carta, la disolución del mismo. Las razones no fueron
dadas, pero al parecer se desconoce el paradero del señor Mortis Tenaflez"
-No puede
ser... ¿Porque terminó en sus manos...?
Confundido luego de leer el artículo, el mago
avisó a su amigo, y a primera hora del día siguiente, anunció un nuevo viaje
con la excusa de vender una parte de los productos elaborados.
-No se crean
que se van a salvar de leer.
-Uhh...
-reprocharon al unísono.
-Como pudimos
olvidarnos de su nombre? Bueno la verdad no leía tanto los diarios y la fecha
de ese artículo fue de un par de meses después de la función a la que fuimos...
Hace 10 años... - el mago bajó la cabeza con una mueca de disgusto en su cara.
Antes de que Franki alcanzara a preguntar
algo, Sarim cambió el sentido de la conversación.
-Era una
maravillosa vos, ¡eso era muy cierto! No saben la cantidad de personas que
querían ver ese espectáculo circense...
El niño comenzó a flotar cerca del que estaba
hablando, interrumpiéndolo.
-Tengo una
duda...
-Dime.
- ¿Qué es un
circo?
-... Uhh...
Cuando tengamos oportunidad iremos a uno... Por el momento tenemos que conocer
el paradero del señor Val...
- ¿Qué no era
este viaje para vender mercadería?
-Interrumpió Ido.
-No seas lento
Ido, claro que lo haremos -se burló su maestro -Pero necesitamos ese libro, por
ahora a lo tuyo, lee.
-Uhh...
-Pero Dazu...
No encontraremos información en Piedra del Alma ¿o sí?
-Lo dudo -se
dirigió al pequeño -Pero creería que nuestro amigo bibliotecario podría
aportarnos algo de información.
Para la mala fortuna, al llegar a la
biblioteca, el encargado era otro, y negó la existencia de algún otro compañero
suyo al menos en el transcurso de varios años. De igual forma en la
universidad, nadie conocía a alguien con su descripción, ni siquiera las
personas más longevas.
Se volvieron a reunir en la gran plaza de la
ciudad, un lugar donde ni un edificio había sido levantado y los árboles habían
crecido libremente por varias décadas, dando la sensación de haber entrado al
bosque nuevamente.
- Estamos como
al principio, o quizá peor...
El viento sopló en dirección al grupo,
haciendo que un trozo de papel chocara contra la cara del niño.
-Ni siquiera
tienen respeto por la naturaleza en estos días...
-Son números y
letras...
- Es una
dirección... No se preocupen.
- Entonces...
¿Alguna idea de qué hacer? Con Marrow ya vendimos todo y compramos un par de
cosas...
- ¿Dirección?
-Interrumpió Marrow.
-No te
preocupes Marrow, Sarim no lo sé, si pueden averiguar algo en el Emporio del
Martillo Carmesí se los agradecería.
-Mmm... Está bien,
nos vemos luego -dijo el último y dejaron el lugar.
-Calle inundada
3496...
- ¿Qué dices
Franki?
-Calle inundada
3496, eso dice el papel.
-Mmm... Creo
que es la calle del coliseo... olvídenlo...
Nuevamente sopló el viento y consigo, otro
trozo de papel se acercó lentamente a ellos, esta vez, pasando más cerca de
Dazu.
- ¿Mas
basura...? -algo le llamó la atención y miró a los alrededores buscando algo, o
alguien.
- ¿Pasa algo?
-Preguntó Ido.
-Franki,
préstame la nota... - luego de mirarla por arriba por unos segundos reaccionó
-Creo que iremos a ese lugar después de todo.
-No entiendo.
El mago les mostró a sus alumnos los papeles,
los cuales tenían la misma forma de escritura, con una diferencia en la
segunda, respecto a la primera. Solo contenía dos letras en un tamaño un poco
exagerado.
"DV"
-Podría ser
una trampa...
-También lo
pensé Ido, pero no tenemos información, más que esto... Franki, no se te ocurra
levitar en la ciudad, se darían cuenta y llamarían la atención de los anuladores.
- Hmp...
Ya acercándose al lugar, pudieron darse cuenta
que no quedaba muy lejos del coliseo. La dirección mostraba una casa pequeña,
un poco abandonada a la vista con un toque un poco siniestro, que espantó al
niño. El mago tocó la puerta con el niño detrás de sí, mientras Ido seguía
mirando la fachada de la casa.
Nadie respondió al llamado, solo una nota que
salió, unos segundos después, por debajo de la puerta. La escritura era
sofisticada, un poco distinta a las notas que habían encontrado antes.
-"¿Quién
es y que se le ofrece? "
Los tres quedaron desconcertados cuando el
niño leyó la carta en voz alta, a lo que su maestro respondió.
-Buscamos al
señor Val, ¿de casualidad sabe dónde se encuentra?
Una segunda nota corrió por debajo de la
puerta.
-"¿Cuantos
son? Presiento que alguien no ha hablado" -Leyó nuevamente Franki.
-Somos tres,
un niño y dos adultos -respondió esta vez Ido, en lo que, tras un breve momento
la puerta, rechinando, se abrió.
El ambiente apagado demostraba orden, a pesar
de estar todo cubierto por una fina capa de polvo. Un hombre, de una avanzada
edad, se encontraba sentado sobre un sillón en una esquina de la casa, detrás
de un pequeño escritorio.
A pesar de que no se le notaba el rostro por
la oscuridad, se notaba una pila de hojas en blanco, otra pila escritas y un
tintero. Al observarlos detenidamente comenzó a escribir.
-Es usted,
¿Verdad?
En caso omiso, el señor siguió escribiendo, y
al terminar tiró el papel al suelo, haciendo que llegue hasta los pies de sus
invitados.
-"¿Los
manda Mortis?"
- ¿Mortis?
Solo buscamos al señor Val, necesitamos un libro, según sabemos está en su
poder.
El niño se acercó flotando al señor.
-Por favor
señor, ayudeno...
Al lograr ver el rostro, Franki retrocedió
aterrado, mientras su maestro lo veía enojado y confundido a la vez.
Una última nota fue escrita y arrojada.
-"Sé que
libro buscan, y confío en que no vienen de su parte, ahora será su problema.
Por cierto, tu cara me suena conocida de algún lado, pero no me hagas caso,
solo soy un viejo decrépito ahora, Tomen el libro y lárguense." -Leyó Dazu
aún más confundido y atrapando el libro que le habían lanzado.
Agradecieron en silencio y dejaron la casa sin
siquiera mirar la tapa del tan buscado objeto, asombrados y sin comprender lo
que acababa de suceder.
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