sábado, 28 de septiembre de 2019

Jimó - Parte 1.3


Capítulo 3

-Bueno señores, niño… La magia no es algo que van a poder hacer de la nada, los magos de mayor nivel pasan años perfeccionando sus habilidades, al igual que los guerreros van a tener que practicar mucho, pero eso sí, van a tener que pasar una gran prueba de iniciación… Yo la tuve que pasar, al igual que todos los magos que podrán llegar a conocer.
- ¿En qué consis…?
-Espera niño, solo déjame hablar. Cada uno de ustedes deberá estar, por así decirlo… Muerto por 3 días.
- ¿¿¡¡Tan fácil lo dices!!??- Exclamó uno de los 4 aldeanos que estaba presente.
-Por supuesto- El niño miraba asombrado y con miedo- Pero no te preocupes pequeñín, nada puede salir mal. Solo necesitan fuerza de voluntad, y si no los hubiera elegido a ustedes, es porque me habría dado cuenta que no la tienen, en especial tú Franki.
 Los hombres se miraron entre sí pasmados por la idea de no salir con vida, pero de forma temeraria se miraron entre sí, y asintieron con la cabeza.
-Cada uno debe decidir por sí mismo, y no porque yo se los diga. Hay una taza de 20% de que falle, en especial con los menores de 20 años de edad…
 Franki tragó saliva después de escuchar estas palabras, los demás pueblerinos tenían asegurada esa edad, pero tampoco quería quedarse atrás.
-He oído de un niño de más o menos tu edad que ha soportado la iniciación, pero fue dura… La misma persona que me inició a mí, mi maestro. Él fue uno de los mejores magos que he visto, y con solo unos pocos años de diferencia, sus habilidades me sobrepasaban en 30 años de práctica. Pero, de todas formas, solo tú puedes decidirlo. Nadie te va a obligar.
 El pequeño quedó anonadado, no por lo que le había contado sobre su maestro, sino por la idea de llegar a morir.  Luego se alejó por un momento, mientras el mago lo veía desaparecer entre la aldea.
 Franki visitó la tumba de sus padres, los cuales todavía no podía quitarse de la cabeza. Él mismo había estado en su casa cuando los habían asesinado, pero no creía lo que su mente veía en sus recuerdos: Al igual que a Marrow, una persona encapuchada, saltó delante de sus padres mientras de la nada, un ave negra trataba de atacar al agresor. En ese momento, su madre lo mandó a la cocina, y lo mandó a ocultarse en las alacenas, esperando que el asesino no lo buscara allí.
 El pequeño lloraba en la tumba, cuando luego de un rato se secó las lágrimas y corrió hacia donde estaba el mago. Ya había pasado casi una hora y el resto ya se habían decidido. Todos menos uno, el cual se fue a la colina en la que se encontraba el guerrero y el resto de sus amigos, a unas 2 horas de distancia. Ya habían comenzado la iniciación hace pocos minutos, en lo que, sin que Dazu preguntara, el niño le pidió que también lo iniciara. Éste asintió, y señalando el lugar con la vista el niño lo siguió. De pronto un cajón salió del suelo, en el cual, al entrar, el pequeño cayó inconsciente. Éste se enterró y apareció de la nada, una esfera brillante al igual a las otras 3 que se encontraban alrededor. Solo había una diferencia, el color de su esfera no era normal. El mago quedó sorprendido por lo que vio.
-Que he hecho…- Murmuró y calló sentado. Pensó y calculó las probabilidades de que el niño saliera con vida. Eran bajas, no había duda, pero estas quedaban de todas formas en sus manos… Ya no había qué hacer, quedo sentado bajo un árbol que yacía en las proximidades, sin alejarse del lugar para no perder visión de lo que sucedía.

 Mientras tanto, en una de las colinas cercanas.
-Señores, lo que tengo en mi mano se llama MEDE, muñeco encantado de entrenamiento. A simple vista parece inofensivo, pero cuando le dé instrucciones tendrán que combatir. Un guerrero no se hace de la noche a la mañana, se tendrán que levantar todos los días y hacer una prueba de resistencia. Luego de un mes podrán recién empezar a notar las diferencias. - el discurso de Sarím se hacía notar.
-Disculpe, ¿Cuándo podremos descansar? - Dijo uno de los campesinos con preocupación.
-No interrumpas, podrás descansar cuando estés muerto- estas palabras no ayudaron en nada a la autoestima del campesino, pero prosiguió- ya que ahora no hay tiempo para hacer la prueba, comenzaré por poner el MEDE a su disposición. Tiene diferentes niveles de pelea, vamos a comenzar con el nivel 1, son muchos así que van a poder contra él, no será fácil, pero nada lo es en la vida, adelante… ¿Acaso no es uno de los aprendices de Dazu? - dijo el guerrero interrumpiendo el inicio del entrenamiento y mirando en el horizonte una figura que se acercaba.
- ¡Ese tipo está loco! - gritó asustado el campesino que corría hacia los demás llamando la atención - ¡Quiere matarnos!
 Marrow lo miró con incertidumbre, ese campesino siempre había exagerado las cosas en el huerto donde trabajaba, “Un animal de 2 metros quería robar las zanahorias” dijo en una ocasión.
 Antes de empezar el entrenamiento, Sarím explicó en qué consistía la iniciación de los magos tratando de calmar a todos. Marrow no tardó en disgustarse y preguntar por Franki a lo que el guerrero le contestó que Dazu sabía lo que hacía, pero esto no fue suficiente. Comenzó el entrenamiento y para no ser sorpresa, Marrow fue quien más se desquitó. Solo le bastó un escudo de madera que parecía tener marcas de flechas para defenderse del MEDE y pasar a golpearlo con el mismo. Luego de 3 horas sin descanso comenzaron el retorno.

 No tardaron en pasar las horas cuando caía el sol por el horizonte, y aparecían las figuras de los campesinos acompañados del guerrero y el hombre que no quiso saber nada sobre la magia luego de haber escuchado sobre la iniciación. Marrow fue el primero, con un gesto de disgusto y furia pregunto a Dazu sobre el pequeño, quien contestó tratándolo de calmar que no se preocupara, que era normal que pasara eso. La desconfianza del campesino se hizo mayor cuando, al dar la respuesta, el mago apartó los ojos de su vista. Con más furia de la que ya tenía, Marrow amenazó con matar al mago después de esto si algo salía mal.
 Todos se fueron a dormir menos el mago que quedo en vela por si algo pasaba.




domingo, 22 de septiembre de 2019

Jimó - Parte 1.2


Capítulo 2: Comienza el entrenamiento

 Apenas amanecía, cuando un grupo de campesinos, entre ellos Marrow y el pequeño, se encontraron con Sarím y Dazu en una colina cercana a la aldea. Sarím repartió un escudo y una espada de madera a cada uno de los aldeanos. Una vez terminado se dirigió a ellos.
-Vamos a medir la fuerza de cada uno de ustedes, su resistencia y habilidad. Al final del día algunos estarán con Dazu, él les explicará sobre los diferentes tipos de magias que existen. El resto estará conmigo, les enseñaré el arte de la espada, con todo lo que ello refiere. Ahora, marchen, hagan una fila uno detrás de otro.
 Dazu observaba, bostezando sobre una roca, como caían cada uno de los aldeanos a mano de su compañero. Viendo que eso no ayudaba en nada, le dijo a Sarím que se apartara un momento. Reunió a los campesinos en frente de él. Todavía sentado se dirigió a ellos.
- ¡Se me acaba de ocurrir una idea brillante! Haré una prueba, y los que ganen tendrán una recompensa- Lo miraron con asombro y prosiguió- Es fácil, la prueba consiste en lo siguiente, los últimos 3 en quedar en pie ganarán 8 monedas de oro, solo deben pelear entre ustedes, es muy sencillo, los que no se rinden ganan- Sonrió.
Sarím lo miró de reojo como si le fastidiara, pero calló. Se sembró la incertidumbre entre los campesinos. Pasados unos minutos, el mago comenzó a impacientarse.
- ¡Vamos, es fácil! Además… es esto o encantar las armas que están sosteniendo. Les aseguro que ellas no van a tener piedad como mi amigo hace un rato.
Sin dudarlo siquiera un poco, Franki lanzó el primer golpe desesperado contra la rodilla de uno de sus compañeros con su espada, acto seguido, se escondió detrás de su escudo que ni siquiera podía levantar, antes que su opresor, arrodillado y gritando de dolor, le intentara devolver el golpe.
- ¡Así me gusta! - gritó Dazu- ¡Sigan el ejemplo del muchacho y llegaran muy lejos!
No tardó mucho Marrow en hacer algo parecido, ya todos habían comenzado a pelearse entre sí, dejándose grandes moretones en la piel, algunos golpeando hasta ver sangrar a sus amigos y hacer que se rindieran. La rabia, y sed de venganza en Marrow se notó desde el comienzo, trató de defender al pequeño que había dado el primer golpe, peleando codo a codo como si fuera su propio hijo.
Fuera de la pelea, la cual había comenzado no hace mucho, el guerrero le habló a su compañero.
- ¿En qué estás pensando?
-Ya sabes, solo quería divertirme un poco, pero no te preocupes, está todo bajo control.
-Más te vale.
-Además, estos enclenques no iban a tomárselo enserio sino lo hacía, ¿o no? Ya con solo verlo, tu viste quien lo inició, ¡Y de qué manera ehh! - El mago soltó una breve risa.
-Lo tengo que admitir, esos dos tienen futuro- dijo mirando a Marrow y a Franki siendo unos de los pocos que quedaban en pie.
-Es cierto, pero no va a ser bueno que sigan entrenando juntos…
-Tienes razón en eso.
-Me encargaré del muchacho si no te importa… Por cierto… ¿Has traído el pergamino que te pedí?
-Oh! Si, casi me olvidaba, aquí lo tienes.
-Pelearon bien, fue divertido… dale esto a los ganadores, se lo merecen… Ahora es mi turno -Sarím le entregó un papel y al mismo tiempo el mago 40 monedas de oro. Llamaron la atención a los aldeanos que quedaban en la pelea para darla por terminada - ¡Alto, bien hecho! –gritó el mago a los 4 hombres y al niño que seguían combatiendo.
 Marrow y Franki se habían defendido en una posición fija durante casi 3 horas. Todos miraron repentinamente al mago, temblando por la sola idea de lo que éste les podría llegar a hacer.
-Vamos, acérquense, no tengan miedo- dijo Dazu- Por como dejaron a sus compañeros podrían defenderse solos si al menos contaran con unas pocas armas… Tráiganlos también.
  El Mago reunió a todos en un círculo, y leyendo el papel que le había dado su compañero anteriormente, curó a los campesinos, los cuales de pronto recobraron la conciencia viendo como de a poco se le quemaba la mano con la que sostenía el viejo pergamino. Al ver que todos habían despertado y sanado por completo, soltó el papel lo más rápido posible viendo como al mismo tiempo, como los aldeanos se miraban entre sí, y como el pequeño lo miraba a él de forma perpleja. Nunca habían visto tal acto, menos el pequeño quien no tardó en largar un –Wow… Eso fue increíble…- Quedando con la boca abierta.
 Dazu, viendo al niño, sonrió y cayó exhausto delante de los 13 pueblerinos, el pequeño y su amigo. Curar a todos le había costado mucha energía, además de haberle dejado unas quemaduras en la palma de la mano derecha.
 Al despertar, Dazu se encontraba en una casa de la aldea. Al salir afuera, vio como acababan de preparar una mesa de varios metros y a los aldeanos a los que había curado. Al parecer, la cena estaba lista cuando de repente, el mago que había dormido durante 4 horas ve acercarse al pequeño con una sonrisa de oreja a oreja. Éste lo llamaba para que almorzase con ellos, y no tardó en darse cuenta que tenía la mano vendada.
-No puedo hacer magia como usted, pero al menos va a estar mejor.
 El mago lo palmeó en la cabeza y siguió al niño hacia la mesa. Observó que a pesar de lo poco que tenían, se disponían a compartirlo todo. Sarím y Dazu se encontraron, en lo que este último, todavía un poco dormido, le preguntó qué había pasado.
-Todo salió bien, no te preocupes. Mañana tú te llevas al pequeño y a los que creas que puedan resistir. Explícales en qué consiste, después del espectáculo que causaste no te van a decir que no… Al resto los llevaré a la colina otra vez. ¿Todavía tienes los MEDE?
-Siempre los llevo conmigo, no hace falta que lo preguntes, pero ten cuidado, a los aldeanos les va a costar derribar el mío…
-No te preocupes, antes de empezar lo voy a ajustar a su nivel.
 El mago sacó de uno de sus bolsillos una caja en la cual contenía unos muñequitos de trapo y le entregó uno a Sarím, luego pidió una porción más de comida.

La mañana siguiente, el grupo se dividió en dos según lo acordado entre los forasteros. Marrow no estuvo conforme al principio con la idea de separarse de Franki, pero luego comprendió que, si estaba con él, en algún momento se deberían enfrentar. De ésta forma no le dolería tanto el saber que el niño saldría lastimado, y a la vez, podría concentrarse un poco mejor en las peleas. Ya le había dolido, y mucho, perder a su familia. No se perdonaría perder a ese pequeño también.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Jimó - Parte 1.1

 Capítulo 1: ¿Comienzo?


Luego de un largo día de trabajo, Marrow volvió de las afueras de la aldea orgulloso del trabajo que había realizado en los campos, por fin después de tanto tiempo podría compartir con su familia una digna y abundante comida. Llegando a la aldea con un saco de verduras recién cosechadas en la espalda, éste miró sorprendido por el silencio que había en las calles, normalmente en verano, los niños sabían estar correteando por las calles de la aldea. Esta vez, el olor de las cocinas en la aldea, la calidez que siente uno cuando llega a casa ya no estaban. Algo había sucedido.
 De repente una lágrima le cayó por la mejilla, soltó la bolsa que llevaba consigo y salió corriendo a más no poder hasta llegar a su casa. Se lo habían llevado todo, y con ello, la vida su familia. Tirado en el suelo, gritando a su dios sin consuelo, fue sorprendido por uno de los bandidos que todavía se encontraba en su casa, el cual se abalanzó sobre él. Oponiendo resistencia, ganó unos pocos segundos para que de la nada, un cuervo de un metro de ancho apareciera, rasguñando el ojo izquierdo al saqueador. Éste, arrojando una daga contra el animal, huyó corriendo hacia sus compañeros, dejando un pequeño rastro de sangre detrás de él.
 Al hacer un pequeño gesto de reverencia, el ave herido dejo caer del ala un anillo que parecía ser de oro con un ópalo sostenido por garras. Marrow con lágrimas en los ojos, hizo también un gesto de reverencia, y cuando alzó la vista, el ave había desaparecido. El campesino alzó el anillo y lo guardó en un pequeño saco de semillas que siempre llevaba a las afueras de la ciudad en época de recolección y siembra.
 El saqueo había dejado grandes pérdidas materiales a personas que no habían perdido familiares y amigos, lo que significó trabajar más duro de cómo venían haciéndolo.

  La jerarquía de Damóa consistía, antes del saqueo, en un consejo de 7 ancianos, también conocidos como sabios. Éstos aconsejaban a los aldeanos sobre agricultura, planeaban las edificaciones en la aldea y regulaban el comercio de la misma.  Esta cantidad se redujo a un solo sabio durante el saqueo, el cual además afectó políticamente.

Cierto día luego de la purga, 2 hombres adinerados que pasaban por el lugar, vieron como las personas, con tanto sacrificio, levantaban los techos de sus casas, los cuales parecían quemados de hacía ya poco tiempo. Ambos se miraron, uno sonrió, y el otro, con una mueca de desagrado y cara de mal gusto aceptó. Así sin más, preguntaron a la primera persona que vieron donde se encontraba la persona encargada del enclave. Con indiferencia, sin darle importancia, el campesino le dijo que en el centro de lo que quedaba de la aldea encontraría un hombre sentado junto a una gran fogata. Siendo las 9 de la mañana, esto no era normal. El hombre serio le alcanzó una moneda de oro al pobre hombre que con pocas ganas había bajado de una escalera, acto seguido, éste la tiró al suelo, y diciendo “Que descaro” el segundo hombre alzó la moneda y la guardó en un bolsillo. –Solo quiero ayudar- dijo el primero, cuando de repente le comenzó a caer una lagrima por la mejilla al campesino –No necesito nada- dijo y volvió a subir por la escalera.
 Los forasteros, siguieron las indicaciones que le habían dado, el segundo refunfuñando por la forma en que habían sido tratados, el primero solo calló y observó todo lo que ocurría alrededor.
 Una vez en su encuentro, el sabio que quedaba les explicó la situación a los 2 extraños que habían llegado a la aldea. Si bien los campos estaban recién sembrados y las lluvias era la necesaria, las bajas sufridas por cada uno de los habitantes habían sido graves. La situación empeoraba al saber que los suministros que yacían en el almacén eran comunales y no de cada poblador, y las pocas semillas que habían sobrado, también se las habían quitado. Sarim, uno de los extranjeros, prometió que ayudaría a levantar el pueblo, y, además, enseñaría a combatir a los habitantes, para que estos casos no vuelvan a suceder. Todo esto a cambio de una buena parte de tierras de la aldea. A su acompañante no le gustó mucho la idea, pero de todas formas lo apoyó para no sentirse menos, “Ayudemos a estos pobres diablos a salir de este pozo sin fondo” dijo, dio media vuelta, caminó y se puso a ver la aldea y el horizonte.
 Tras pensarlo un poco, el viejo sabio aceptó, “Nunca estuvimos en este estado… Y no perdemos nada en intentarlo después de todo… Acepto, pero deberán ayudarme a decírselo a la población”, de esta forma, y para cerrar el trato, Dazu, el segundo forastero, hizo aparecer de la nada una hoja escrita y una pluma con tinta.
-Con que un mago ¿ehh…? -Dijo el sabio firmando- Estas muy lejos de casa chico, no diremos nada, pero ten cuidado con los Anuladores, saben rondar mucho por estas tierras…
Entregando el papel, el mago lo miró con desconfianza y guardó el contrato en uno de sus bolsillos.
 Los Anuladores eran un grupo de anti magos que viajaban por las ciudades y aldeas, buscando y capturando magos desertores, aunque a veces, su objetivo era toda clase de magos ya que, al capturarlos y venderlos, sus nombres serían más conocidos y a la vez, más temidos.
 El trabajo de explicarles a los aldeanos no fue nada fácil, estuvieron alrededor de hora y media para hacerles entender la situación. La mayoría se opuso a la idea, pero los pocos que aceptaron, cedieron sus tierras incorporando la idea de seguir trabajando en ellas y ganar un porcentaje de la cosecha. Sarim miró de buena manera a la propuesta de esos pocos, en donde por casualidad, también se encontraba Marrow. Ambos se miraron fijamente. El forastero sonrió, y con una mano en su espada puso punto final a su discurso. Dazu, como era de esperar, sacó nuevamente el papel que había guardado anteriormente y llamó a todo aquel que aceptara el contrato a firmar. Marrow con gusto, fue el primero en acercarse, acompañado de un pobre niño de 11 años que, al parecer, había tenido el mismo destino que su acompañante, se había quedado solo. El mago vió en los ojos de ambos el dolor y las ganas de obtener su venganza. “Puede que las semillas germinen y crezcan fuertes, pero si éstas se encuentran en mal estado, no crecerán en ningún lado…” les dijo mientras dejaban sus huellas sobre el papel, respondiéndole Marrow
- Tú no sabes…
-Lo sé muy bien, ahora deja pasar a los demás.
Marrow y el pequeño se hicieron a un lado y siguieron trabajando.

Era apenas mediodía cuando casi la mitad de los habitantes habían dejado sus huellas. Cayendo el sol, ya casi terminaban de arreglar la parte de techo que había sido quemada. Con disgusto y remordimiento, Marrow trabajaba con el pequeño ayudante cuando apareció el sabio para hablar con él.
-Marrow, esta tarde me mandaste a Franki para que venga a hablar contigo ¿Acaso es por los forasteros?
-No exactamente, Franki, descansa un rato ¿Quieres preparar té?
- ¡Enseguida Marrow! - El pequeño salió corriendo.
-Pobre, quedarse solo a tan corta edad…
-Su padre y yo nos llevábamos muy bien… Trato de que se olvide trabajando y cocinando, es muy inteligente y sonríe en todo momento, pero uno no puede sacarse de la cabeza a los seres queridos tan fácil…
-Y… ¿Para qué me habías mandado a llamar…?
-Ahh si… Recuerda que cuando pasó ya sabe qué, ¿Le mencioné de un ave que me salvó la vida?
-Oh sí, el gran cuervo ¿Verdad?
-El mismo.
- ¿Lo volvió a ver?
-No es eso… Cuando me salvó, luego de hacerlo… Soltó de una de sus alas este anillo, supuse que usted podría saber de qué se trata…
-Déjamelo ver…- Viendo de reojo, notó en el bolsillo del campesino, la forma de una daga- Por cierto, ¿Qué es lo que traes en el bolsillo?
-Oh, no es nada, solo la daga que le lanzó el bandido al ave… Decidí conservarla…
- ¿Para cuándo consigas tu venganza?
-…-Marrow calló.
-Ese mago puede que sea egoísta, pero tiene razón, ten cuidado. En cuanto al anillo, cuentan leyendas de un antiguo clan que adoraba a estos animales. Estos anillos representaban rangos en el mismo… Parece ser que tienes un ángel guardián detrás de ti ¿Ehh? Consérvalo, quizá te trae un poco de suerte jaja. Con respecto a la daga, ya te lo han dicho, ten cuidado.
Marrow volvió a callar. El sabio dejó la casa, acto seguido, Marrow se juntó con su pequeño compañero para cenar y dar por terminado el día.
 La mañana siguiente pasó rápido, llegando al mediodía habían terminado de reparar toda la casa, descansaron un momento, y luego fueron a ayudar a un vecino que había tenido la misma desgracia que todos en la aldea. La mayoría sabía juntarse en grupos para ayudarse entre sí, y a la vez comer juntos para ocupar el espacio que hacían sus familiares ausentes. Sarim apareció en la casa donde estaban, cargando un par de árboles para ayudar mientras el grupo de campesinos comía. Estos le agradecieron, y buscando un plato le ofrecieron un poco de caldo que guardaban en una cacerola a pocos metros. Aceptó y se sentó a hablar con ellos. No faltó lugar para que, al observar el cinturón, Franki preguntara por su espada.
- ¿Ha matado mucha gente con su espada señor?
-Tranquilo Franki, deja comer en paz al señor- Dijo Marrow frenando al muchacho.
Sarim soltó una carcajada –No te preocupes jajaja solo los suficientes. Sonrió al muchacho y siguió comiendo.
Una vez alzada la mesa, Sarím se dirigió a Marrow – Mañana al amanecer estaré esperando a todo aquel que quiera aprender a combatir- una vez dicho eso, todos pusieron manos a la obra.